miércoles, 29 de mayo de 2013

Reconocimiento Profesional

Buenas tardes! cómo están? Espero que estén terminando este mes de mayo lo mejor posible para arrancar ya este 6 mes del año! A mi, particularmente, se me ha pasado volando, pero bueno, vamos a lo que nos concierne.

Esta vez quiero hablarles acerca de algo que siempre escucho reclamar, pero muy pocas veces veo que se hagan las acciones correctas para conseguirlo: el reconocimiento profesional.
Desde nuestra formación se nos recalca la gran diferencia que hay entre el trabajo del médico y del enfermero, y como siempre nos debemos hacer respetar por la posición que tenemos, como profesionales y como personas. Pero a pesar de esto, cuando nos insertamos en el ambiente del trabajo, vemos como la realidad es diferente. Y muchas veces me he preguntado ¿Por qué? y he llegado a las siguientes conclusiones:

En primer lugar, no podemos negar las concepciones sociales acerca del rol del enfermero, instaurada tanto dentro de la mente de nuestros pacientes, como también en nuestros colegas de otras profesiones, con los que se comparte el equipo de salud, en donde nuestra tarea sigue siendo la de auxiliar de la medicina, quedando eliminada nuestra autonomía para el trabajo. Esto limita mucho nuestro quehacer, ya que ante cualquier intento de tomar decisiones respecto a lo que consideramos mejor para nuestro paciente, nuestras opiniones no son escuchas o tenidas en cuenta, ya que no somos personas "habilitadas" para dar opiniones.

En segundo lugar, también, debemos considerar la forma de organización y de trabajo de la institución en la que nos estamos desempeñando, ya que de esto dependerá mucho la distribución del trabajo y de los niveles de poder y dependencia, siendo estos factores parte importante de las relaciones entre profesionales. Además, la cultura organizacional puede favorecer a crear distintos ambientes propiciadores de desarrollo para la enfermería, siendo esto un factor importantísimo para poder obtener el tan ansiado reconocimiento profesional.

En tercer lugar, me parece importante que también se destaque el hecho de la falta de organizaciones profesionales serias y comprometidas que luchen por crear entornos laborales en los que se propicie el respeto, la cooperación y la creación de condiciones óptimas para nuestro ejercicio, elementos básicos para que los enfermeros puedan trabajar de la forma más cómoda posible, y de esta forma promover el reconocimiento profesional.

Y, por último, quiero hablar sobre la parte menos placentera, sobre la cual siento que puedo llegar a crear controversias con mis dichos, y una de las grandes dificultades que tenemos los enfermeros para lograr el reconocimiento profesional, son los enfermeros en sí. Mientras que los enfermeros (ya sean con mucha antigüedad o recién egresados de la universidad) sigan buscando su lugar de trabajo basados en el menor trabajo y esfuerzo posible, no se nos va a reconocer profesionalmente. Mientras que los enfermeros sigamos escapando a nuestras responsabilidades, excusándonos en puros tecnicismos, no vamos a cambiar la realidad en la que estamos. Mientras que los enfermeros sigan demostrando un nivel muy bajo de conocimientos teóricos, la realidad va a seguir siendo la misma. Mientras que solo sigamos quejándonos, pero no haciendo nada para cambiar la realidad, nada va a cambiar.

¿Y que podemos hacer para cambiar esto? Comprometernos con nuestra profesión! Con nuestro trabajo! aceptar que hemos elegido una profesión que está creciendo y que necesita toda la fuerza posible para progresar, y que si solo nos quedamos sentados, quejándonos de lo malo que es el mundo no vamos a lograr nada. Tenemos que estudiar, tenemos que investigar, tenemos que discutir (SIEMPRE con fundamentos) y tenemos que mantenernos firmes! Pero tampoco hacerlo como robots, inconscientemente, sino de una forma inteligente, demostrando que podemos hacerle frente al trabajo y que podemos hacerle frente a las trabas que se interpongan en el camino.

El Reconocimiento Profesional hacia la enfermería solo será obtenido cuando todos los enfermeros hayan luchado para merecérselo, como verdaderos profesionales, con un cuerpo de conocimientos fundamentado y una actitud y compromiso para con su trabajo como la de cualquier otro profesional.

Para finalizar, simplemente les digo esto:

LUCHEMOS POR NUESTRA PROFESIÓN!


jueves, 16 de mayo de 2013

Terapia Intensiva... Pasión o locura?

Antes que nada, quiero pedir disculpas por la demora desde el último post, pero es que he estado preparando cientos de trabajo al mismo tiempo y no le pude dedicar al blog el tiempo que se merece.

Ahora sí, vamos al tema que nos atañe hoy. ¿Por que éste título? Por que me lo han preguntado, en la cara, miles de veces. "¿Cómo te puede gustar la terapia Intensiva? ¿Cómo podés trabajar en el encierro, con tanto ruidos de alarmas, aparatos y aislados? ¿Cómo soportas estar tan cerca de la muerte?". Esos son algunos de los cuestionamientos que he recibido a lo largo de los años en que me he desempeñado en esta área y, a los que siempre por lo general les respondía con un simple "Me gusta", o " ya me acostumbré", pero ahora quiero pasar a explicar mis verdaderas motivaciones.

Primero, les comento como fue que llegué a mi primera UTI. Yo me estaba desempeñando como enfermero de piso y sentía que no me terminaba de satisfacer lo que estaba haciendo. Si bien cumplía con mi deber de cuidar a mi paciente, me molestaba un poco tener que satisfacer caprichos más que el hecho de ayudar a mi paciente en el transcurso de la enfermedad. Pasé a la guardia central, y no me gustó, por que a diferencia de lo que se ve en televisión (lo aprendí en ese momento), a excepción de centros de Trauma, en las guardias son muy pocas las urgencias que se ven. Entonces, desencantado de ese servicio también  pedí pasar a la UTI. Sabía que era un servicio crítico, pero no sabía que implicaba eso.

Recuerdo que en mi primer día, me tocó trabajar con Alex, a quien le habían asignado una paciente con insuficiencia respiratoria y se encontraba con ARM y un cura, al que, cuando entramos, le estaban intentando colocar un catéter de Swan Ganz. Al ver eso, en un principio, quise salir corriendo, pero después de un par de días, me dí cuenta que era lo que yo andaba buscando.

El paciente que ingresa a una unidad de terapia intensiva sufre miles de procesos, que el equipo de salud debe comprender para poder brindar una correcta atención. El estigma social que implican estos servicios, las historias que han escuchado de familiares y vecinos, los aparatos que ven cuando ingresan, las alarmas que suenan constantemente, la ausencia de un familiar al lado suyo que los contenga, son todos factores que predisponen a la persona a actuar de cierta forma ante nosotros y que nosotros debemos saber prever para lograr una comunicación y una relación eficiente.

Y es en ese sentido en que la enfermería cumple un rol principal dentro de la terapia intensiva. El enfermero, cuando está a cargo de un paciente crítico, se convierte en su familiar, en su amigo, en su abogado, en aquella persona que vela directamente por su bienestar, solicitando o informando al médico cualquier problema que detecte. El enfermero es aquél que habla por el paciente, el que transmite lo que éste siente, lo que este necesita, lo que este quiere. Es el enfermero el que primero debiera darse cuenta del último deseo del paciente, de su necesidad de seguir luchando por su vida, como su deseo de poder descansar tranquilo.

El doctor también cumple un rol muy importante dentro de la terapia, y doy gracias a Dios por el hermoso equipo de médicos con los que me tocó aprender esta hermosa especialidad. Son ellos los que ayudan al enfermero y al paciente a salir adelante. Son aquellos que luchan por que el paciente pueda irse de esa unidad, para que puedan hablar por ellos mismos nuevamente. Son aquellos que pasan noches en vela, intentando descubrir cual es el problema del paciente, para tratarlo y disminuir su malestar. Y esto, junto con la tarea del enfermero, es una de las mejores condiciones de trabajo que he tenido. Es el área en el que de verdad he sentido que somos partes del equipo de salud, y que nuestro conocimiento, experiencia y consejos, son escuchados.

Si, se está en constante contacto con la muerte, eso no lo puedo negar. Muchas veces, debo admitir, esto me ha destrozado por dentro, al punto de reconsiderar mi continuidad en este servicio, pero después me doy cuenta, que en realidad, debo seguir ahí. ¿Por que? Por que, como enfermero, mi trabajo no es salvar vidas, sino CUIDAR al paciente, y si el paciente está tan grave que su desenlace fatal es inevitable, mi tarea es brindarle las mejores condiciones para que descanse. Y eso lo puedo hacer. Y eso me gusta hacerlo. Poder asegurarle con total seguridad a un familiar que el paciente no sufrió, que no sintió nada, y que simplemente se durmió, me hace sentir que mi trabajo como enfermero, fue cumplido.

Además, el pertenecer a una terapia intensiva, te exige como enfermero, actualización constante, compromiso, agilidad y destrezas. Te exige saber leer al paciente de otra forma. Te exige saber como manejarte con pacientes y familiares que están, posiblemente, en uno de los peores momentos de su vida. y todas esas cosas que uno aprende, no las pierde nunca, y le permiten a uno aprender a valorar más la vida y lo que se tiene.

El encierro, los ruidos, y todas esas otras cosas que te cuestionan, si, son reales también, pero si uno le encuentra el gusto a la terapia intensiva, aprende a no prestarles atención, por que el amor por ese servicio, es mucho mas grande que la molestia que una alarma puede provocar.

Por último, para ir concluyendo, quisiera agradecer a todos los que me acompañaron durante mi paso por la terapia intensiva, por que de lo que yo soy ahora, es gracias a todos ustedes. Médicos, enfermeros, mucamas, kinesios, etc... Gracias a todos por todo.


miércoles, 1 de mayo de 2013

¿Por que Enfermería?

Esta es una pregunta que muchas personas me han hecho (y hago hincapié en la palabra "muchas") y que incluso yo mismo me he preguntado varias veces, sobretodo en esos momentos en que uno se ve sumido en los problemas de la profesión, y no les encuentra una salida.

En primer lugar, yo estudié enfermería por que no había podido estudiar medicina, debido al bendito cupo de la facultad de medicina de mi ciudad. Luego de haber rendido y aprobado el examen dos años, pero quedar afuera por el orden de mérito, no quería perder otro año mas de estudio, por lo que decidí inscribirme en la carrera que estuviese mas relacionada con la medicina. Ahora, después de 6 años en esto, te puedo asegurar que si bien ambas carreras están relacionadas, son totalmente distintas.

Empecé a cursar primer año siendo bastante escéptico. Las materias eran pocas, no eran demasiado profundas y no me costaban; aún así, seguí estudiando, para ver de que se trataba todo esto. Aprobé todos mis exámenes, era un "buen alumno", pero aún así, sentía que algo me faltaba.

Así paso el primer semestre, las vacaciones de julio y, al comenzar al segundo semestre, comenzamos las prácticas de Enfermería Básica, en el Hospital Políclínico Policial. Admito que tenía miedo, pero nunca fuí una persona que se dejase paralizar por éste, así que junté coraje, y me acerqué a mi primer paciente. Y de repente, TODO cambió.

Ver la respuesta que recibía de esa persona que estaba cuidando era impresionante; esa entrega que, si bien estaba medida por el hecho de que era un simple estudiante, era casi completa por parte del paciente me llenó de una alegría que no podía describir. Escuchar a los viejitos agradecerte cuando hacías simplemente lo que te correspondía, de repente, comenzó a hacerme pensar en miles de cosas nuevas.

Y, una vez terminadas esas prácticas, fue cuando me dí cuenta que sí, me gustaba la idea de ser enfermero.

Comencé a trabajar como tal a mediados del año siguiente, por mas una necesidad económica que por una convicción valedera, pero eso también me ayudó a formarme, tanto en profesión como en carácter. Ese primer año y medio de mi ejercicio me hizo adoptar una visión respecto al paciente, la vida, la muerta, mi relación con los médicos y mis compañeros, que, hasta el día de hoy, rigen la mayor parte de mi accionar.

Una vez recibido con mi título de técnico, decidí ir por más, y estudié la licenciatura, con todo el sacrificio que esto implicaba, pero yo sabía que, si quería ser un buen enfermero, necesitaba obtener una formación completa y profunda.

Y ahora, después de 6 años desde que todo empezó, sigo eligiendo mi profesión todos los días. ¿Por que? Bueno, por que yo se que mi tarea como enfermero no es la de curar a los pacientes y evitar la muerte, ese enemigo estigmatizante de los doctores. Mi trabajo es cuidar, cuidar a la persona en su momento mas vunerable y débil; cuidar a la familia que se ve alterada en su funcionamiento por la enfermedad de uno de sus miembros; cuidar a la sociedad de prácticas que solo llevan a un futuro con muchas personas enfermas, imposibilitadas de disfrutar las bellezas de la vida; Mi trabajo no es estar bajo las órdenes del médico, ya que mi trabajo se basa en poder detectar las necesidades de mis pacientes y ayudarles a que las cumplan; nosotros tenemos todo un cuerpo de conocimientos propio y debemos luchar por que cada vez sea mayor y mas especializado, lo que nos permitirá obtener la autonomía que tanto anhelamos; Mi trabajo no es hacer lo que al paciente se le plazca, o a su familiar, ya que no soy su esclavo, soy su enfermero. ; Y mi trabajo, uno de los que mas me toca vivir en los últimos tiempos, es ayudarle a la gente entender que la muerte no siempre es lo peor que le puede pasar a uno o a un familiar; que la muerte, a veces, es la mejor salida, ante una segura condena de sufrimiento; por que la vida, sin calidad, no es vida.

Por todo eso, es que soy enfermero. Por todo eso, AMO mi profesión. Por todo eso, defiendo mi profesión

Y, por todo eso, soy lo que soy